viernes, 12 de abril de 2019

Panfleto pensando en el nieto que viene.

No deja de invadirme, de abrumarme el pensamiento electoralista. De nuevo, eso que llaman conciencia, ella que es mujer, toca a mi puerta llena de advertencias. Son diálogos con ella que algunas veces me hacen dudar, también, ella misma me dice que dudar no es malo, que es necesario, y enfatiza la idea de libertad para tomar decisiones. No votes por alguien, tampoco por un programa; vota por lo que tú piensas, no intentes adecuar tu pensamiento al candidato, tampoco ocultarlo. Es torpe pensar que, si dices públicamente por quien vas a votar, con el hecho de nombrarlo, has encontrado a alguien que te represente. Lo máximo que logras, si gana la persona que tú quieres, es pensar que ya has dado un pequeño paso o un voto de confianza, no toda tu confianza, eso sería ir en contra tuya.
Del dominio de lo libertario es la idea del buen vivir, del bien común, de la tranquilidad, del tenerlo todo sin necesidad de comprarlo, sin necesidad de venderte, pero ser libertario no obliga a ninguna militancia, es más, militar es anti libertario y por eso creo, en contravía de muchos de los pragmáticos de turno, que soñar es parte de nuestra esencia. Que la política sin sueños es algo así como una pesadilla. Nos cambian nuestros sueños por líderes de papel, de palabra que convierten nuestros sueños en miedos. El miedo que han inoculado con mayor eficacia: el miedo a la libertad. Usted. que nunca a cometido un delito, está sometido a la libertad condicional.Puede ser libre pero no tanto. Si se desvía un poco desde todas las trincheras del pensamiento le apuntan con una amenaza: no sea anti democrático.
O así mismo lo invaden, lo agobian, con la mediocridad de las ilusiones obligadas. O con la perorata académica de ser libre hasta lo que dicta la teoría, o también lo que defiende el conspicuo intelectual de turno que si expresas libremente una inclinación nacida en la intuición te lanza un arsenal de improperios camuflados de inteligencia.Aburridos argumentos plenos de certezas.
La política electoral es como para llorar sin ganas, como reír sin risa. Buscamos sin cesar oasis de optimismos en medio de las balas que disparan de todos los lados, de las balas perdidas del cartel de la mentira, y por eso se sin ciencia cierta, que son necesarios al menos algunos tránsitos que nos dejen ver un futuro posible no un paraíso, solo un futuro tranquilo.
Tiene que ser radical la idea de pensar sociedades anti militaristas. Una izquierda militarista es una derecha camuflada de argumentos estatistas. No se puede desde la razón anti belicista entregar una parte sustancial del presupuesto de una nación al mantenimiento de un ejército gigantesco, al menos no con nuestros impuestos, es por eso que la insumisión impositiva se convierte en una resistencia favorable a la paz real. No pagar impuestos mientras no te garanticen que ellos no van a ser utilizados en la muerte de otros seres humanos, sean quienes sean. Puede una sociedad cuyo horizonte es la libertad destinar parte de su riqueza a financiar un ejercito? No. Debe esa misma sociedad financiar con altísimos costos unos representantes que no la representan? No
Puestos a pensar sería mejor, mucho mejor, una ciudadanía antiprohibicionista y por lo tanto pro legalización; comunitarista y por lo tanto anti estatista, Una ciudadanía activa antes que parlamentarista, ecologista antes que medio ambientalista, Feminista antes que perspectivista de género, soberanista y por lo tanto no dependendista, potenciadora de múltiples formas de economías alternativas y de mercados locales y no con la obsesión maléfica de extraer y exportar. Pasea hace rato por mis neuronas la idea de matria como esencia articuladora de todo esto y más.