martes, 8 de diciembre de 2020

Lennon: 40 años de su asesinato

 Estaba en la estación de Victoria en Londres cuando supe del asesinato de Lennon. Su último disco, Double fantasy, empezaba a sonar en las emisoras y en la televisión pero nada hacía pensar que llegara al número uno. Después de su muerte el disco alcanzaría la cima de las listas en USA Y Gran Bretaña. Si la memoria no me falla, la vieja  canción And so this is christmas seria las más escuchada ese fin de año en Londres.

Fui fan de Lennon, lo creía un dios perdido que siempre nos ponía a pensar o reanimaba la idea de que no todo estaba perdido. Fue un náufrago que encontró en la música esa balsa que lo llevaría a la fama, y también fue la música la que lo rescató de esa fama que despreciaba. Hace cerca de un año, cuando iniciaba la pandemia escuché de nuevo Isolation y vi luces que alumbraban el lugar del confinamiento.

Desde 1940, cuando nació en Liverpool a las 6:30 de la tarde, John Lennon había mostrado tener el espíritu del revolucionario y la fragilidad de poeta. El primero lo hacía peligroso, el segundo lo hacía peligrar. Paradojas de la vida, ambos rasgos lo harían morir asesinado 40 años después en New York el lugar que él había elegido para vivir en paz.


Lennon, siempre estuvo consciente de la posibilidad que algo así podría ocurrirle. En 1975  dijo: "Lo que me preocupa es que un día vendrá un estúpido y sabe Dios qué pueda pasarme. Una vez estábamos en Texas durante una gira americana. El avión recibió varios disparos. Puede que fuera un novio celoso u otra cosa. Pero en América nunca se sabe. Siempre con sus pistolas, como una pandilla de cow-boys. Piensan que las pistolas son las extensión de sus Brazos”. Y uno de esos cow-boys llamado Mark David Chapman, le dispararía en la espalda 5 balas de calibre 38. Quizá para hacer cumplir a John su último deseo: morir antes que Yoko Ono. O para confirmar al asesino lo que había escrito el propio Lennon en una de sus canciones Happiness is a warm gun, de la cual se han dicho muchas cosas, entre otras que era apología a la heroína. Fue  considerada por los Beatles como la mejor canción del disco blanco.:
Happiness is a warm gun /Happiness is a warm gun, /When I hold you in my arms /And I feel  my finger on your trigger /I know nobody can do me no harm /Because (Happiness) is a warm gun”.

John  creyéndose protegido por la felicidad que sentía en ese diciembre de 1980,  firmó, sobre su último disco,  un autógrafo  al asesino, dos horas antes. Le que había dedicado a su hijo Sean  una canción que decía “la vida es lo que ocurre mientras estas ocupado haciendo otros planes.” El hacía planes para su próximo disco en camino cuando murió.

Puedes decir que soy un soñador, pero no soy el único.

Había dicho que era un soñador, un  niño que se creía diferente, un joven que no quería ser manipulado,  un hombre que quería lograr la libertad a toda costa. Como todo mito está repleto de contradicciones y quizá es eso lo que ha Lennon lo hacía cercano a todos; un hombre común y corriente que luchó consigo mismo en los momentos más fuertes de su adicción y también luchó, en su forma muy particular, por la paz del mundo. La música de Lennon es inseparable de su forma de vida, de su forma de pensar y de las emociones nacidas en lo que estaba sucediendo en el mundo y que  pensaba era injusto. Su espíritu crítico se manifestaba constantemente, su sentido del humor y su postura irónica y contestataria se reflejaba en su música y en sus actos, muchos de ellos generadores de polémicas mundiales.

En una ocasión la tradicional sociedad inglesa se consternó, cuando en 1963 ante la presencia de la Reina madre, dijo en una de sus presentaciones: "En el próximo número quiero que todos permanezcáis juntos. Que aplaudan los que están en las localidades baratas, los demás pueden hacer sonar sus joyas". En otra ocasión, el mundo católico se estremeció cuando afirmó que eran más populares que Cristo y  unos años después la conservadora Europa no vio con buenos ojos que en 1969 estableciera en el Hotel Hilton de Ámsterdam la Cama de la Paz. En aquella ocasión dio junto con Yoko una rueda de prensa en pijama, para frustración de los periodistas que pensaban que iban a verlos hacer el amor en público. Fue un acto de crítica al poder contra el cual siempre había luchado y considerado como el manipulador número uno. "Es un asesino despreocupado y le tiene sin cuidado que los estudiantes o el Black Power sean asesinados. Disfruta con ello. Y si el conejo se aleja unos cuantos kilómetros, no importa, lo cogerán". John tenía claro que el hombre no podría ser libre mientras permanecieran las instituciones impuestas por el sistema.

 La alternativa era, o cambiar radicalmente esas instituciones (la familia, la propiedad, la democracia) o abolirlas, como en el caso de la guerra. La lucha era contra el poder que quería mantenerlas intactas. Para él "la causa de los negros no era diferente de la de los judíos, ni la de del comunismo. Es el mismo juego". En la concepción de Lennon la historia había mostrado que era un proceso de destrucción y construcción y que la manera de mantener lo que hubiese construido era por la fuerza. Se negaba a aceptar que esa fuera la única forma de sociedad. Al poder -decía- le gusta infiltrar juegos de guerra y quieren hacer pensar que la única vía es la violencia y agregaba "durante dos millones de años hemos tenido violencia de manera que, ¿qué error puede haber en ensayar la paz para cambiar?".
Musicalmente Lennon era consecuente con su forma de pensar. Desde un principio las letras de sus canciones mostraban esas preocupaciones y su crítica era en múltiples sentidos. En Strawberry Fields Forever (1967) por ejemplo, y a manera de provocación decía "vivir es fácil con los ojos cerrados. Distorsionándolo todo". Así fue como expresó lo que sentía de mucha gente que lo rodeaba. De gente cuya preocupación era el dinero o la fama. Aún después de haber logrado ser millonario en muy poco tiempo y bastante joven sus raíces parecían inamovibles.
En 1969 compone "Give peace a chance" y en 1971 "Imagine", dos canciones en las cuales expresa su principal reto: luchar contra la guerra.
Imaginen que no hay cielos, Es fácil si lo intentan, Que no hay infiernos, abajo Y sobre nosotros sólo el cielo, Imaginen que no hay países, Es muy difícil hacerlo, Que no haya nada por lo que valga la pena matar o morir Que no hay religiones, Imaginen a todos los pueblos, Viviendo la vida en paz Puedes decir que soy un Soñador, pero no soy el único. Espero que algún día te nos unas, Y así el mundo será uno. Imaginen que no hay propiedades, Me pregunto si puedes hacerlo. Imaginen a todos los pueblos, Compartiendo el mundo, Espero que algún día te nos unas y así el mundo será uno.

Así como la paz fue una de sus obsesiones, su escepticismo lo hacía pensar que ni las ideologías tradicionales, ni los héroes o dioses pasados podían ser una solución. En su canción "God" lo expresaba: No creo en Cristo No creo en Hitler No creo en Kennedy No creo en Beatles No creo en Yoga No creo en Elvis Solo creo en mí Yoko y yo El sueño se acabó Que puedo decir Ayer yo era un soñador Ahora he vuelto a nacer el sueño se acabó.

 Un luchador de grandes causas (las mujeres, los trabajadores, la paz, el medio ambiente), todas ellas fueron musas  de sus canciones. Muchas  de estas canciones eran desconocidas para el gran público de ese entonces pero  podrían ser por las cuales John Lennon logró ser uno de esos mitos de la época: The Working Class Hero, Isolation o The Woman is the Nigger of the World, son gritos de alerta en el más bello sentido de la palabra. Ni canción protesta, ni canción panfletaria. Denuncia dura y pura contra todo aquello que huela a injusticia, violencia o poder. Canciones con el sello particular: el arte al servicio de las causas perdidas, son la belleza utilizada para seducir y llevar al hombre y a la mujer hacia sus compromisos olvidados, la honestidad como una forma de vida, la imaginación como manera de encuentro consigo mismo. La crítica de Lennon alcanzaba a los Beatles  "Grandes y jodidos bastardos, eso es lo que éramos los Beatles, el hecho es que para hacértelo bien tienes que ser un bastardo y los Beatles en ese entonces éramos los bastardos más grandes de la historia". Eran sus afirmaciones para destruir un mito que él nunca compartió. Su separación de los Beatles, fue una decisión que le permitiría alejarse de ese mundo que ya conocido, no significaba nada. Sobre otro mito, los años sesenta, afirmaba que "habían mostrado las posibilidades y responsabilidades que todos teníamos. No fueron una respuesta. Nos dieron un destello de posibilidades".

Paco Ibáñez, otro juglar admirado, dijo: "La revolución la piensan los locos, la hacen los valientes y la aprovechan los mediocres".