lunes, 16 de noviembre de 2020

La Semana de Gilinski

 No nos puede extrañar que la mediocridad del poder extienda los brazos para tomarse los medios de comunicación. Es natural ya que el mejor espacio para promover la mediocridad como forma de vida son  los medios masivos. Colombia es un país en donde los empresarios compran los medios de la misma manera que los políticos compran votos. Lo hacen para tener el poder. Entiendo la mediocridad como la imposibilidad de escuchar argumentos inteligentes y usar la astucia para contrarrestar la inteligencia.

 La tercera guerra mundial, no sé si se han dado cuenta, es una guerra comunicativa y el arma más eficaz para pelear es la mentira, y  no cualquier mentira, es una mentira con altísimas dosis de credibilidad. Embadurnada de credibilidad, de un lenguaje cargado de adjetivos dirigidos siempre a magnificar la mentira y minimizar la verdad.

 Una gran  mentira camuflada de periodismo o cientificidad, divulgada intensamente de forma multimedial y sin descanso, de tal manera que la ciudadanía se pierda en un laberinto de mentiras con  credibilidad y verdades aparentes. Nos estamos empantanado y aceptando colectivamente una democratura, legitimada en el voto por un lado y en el control total de la comunicación por el otro. Un poco lo que Eco nombraba como la máquina del fango: ensucie a los demás, así su suciedad quedará escondida en la de ellos.

 Reduzca la política a un enfrentamiento entre las distintas mentiras quedando la verdad escondida, para siempre, en el  barrizal de los intereses electorales. La propiedad empresarial de los medios de comunicación es parte de ese infierno y el manejo  mediático de la  opinión pública es el resultado, exitoso, de la alianza entre algunos empresarios que compran medios y de políticos que no quieren soltar el poder, que se aferran a el para que su mentira permanezca impoluta.

 Grandes empresarios, los que más ambición tienen de poder y lo que mejor han entendido  la necesidad de vincular poder económico y poder político son, en Colombia, los dueños de los medios masivos: Caracol, RCN. El Tiempo, El Espectador son propiedad de. Santodomingo, Ardila Lule, Luis Carlos Sarmiento Angulo, faltaba Gilinski y para entrar en la carrera compró la Revista Semana. 

Todos parecen haber entendido muy bien la frase de Saantodomingo: “Los medios  de comunicación son como un revólver, que cuando uno lo necesita, lo saca y dispara”  y eso están haciendo, disparando a la opinión pública, repartiéndose la tarta del poder, apostándole a todos los políticos para no perder con ninguno. Los empresarios de los medios saben con certeza que los políticos no existen sin los ellos, sin la aparición en ellos. Los medios los enfrentan para dar la sensación de libertad de expresión, los políticos tienen jefes de prensa cuya tarea es que su político aparezca en mesas de opiniones radiales, televisivas y en entrevistas y titulares.

Disparar mentiras desde los medios los fortalecerá en el proceso de construcción de esa democratura que garantiza más estabilidad económica y mejores ingresos para el que dispara. Asi es.