jueves, 12 de agosto de 2021

Cosas claras: queremos el chocolate, no mas miermelada


 Uno: Las movilizaciones sociales del 21 N, el 28 A y el 19 M y las que vienen  se conectan y se alimentan de sí mismas. Se entrelazan con lo que está sucediendo en el mundo desde hace ya unos años y responden a un mismo sentimiento: la indignación con el poder, con la política, con la democracia.

Dos: Colombia es un escenario de violencias múltiples originadas en la inmensa desigualdad, la impunidad, la corrupción, la ilegalidad  y la desconexión de los políticos con  esa vasta  diversidad que marcha y cuyo sentimiento puede estar sintetizado en una de los carteles que acompañaba la movilización: Nos robaron  hasta el miedo.

Tres: El gobierno pareciera haberse puesto la mascarilla en los ojos. No sólo utilizando la fuerza sino que, también, produjo una paradoja que no sabe qué hacer con ella: ha impulsado la indignación de muchos que sin estar en la marcha la apoyan. ¿Acaso piensa que los jóvenes que marchan no tienen hermanas, madres, abuelas que sus lazos de afectos terminan cuando salen de casa?

Cuatro: Las madres, padres, abuelas, abuelos, saben que allí están sus hijas, sus nietas, sus sobrinas jóvenes buscando nuevas formas de hacer la política, de cambiarla. No se ha dado cuenta el gobierno ni los políticos de ambos lados de la grieta  que las cosas no volverán a ser lo mismo y, quizá por esa razón, su insensatez se dirige a destruirlas.

Cuatro: El monopolio de la información dejó de estar  en manos de los empresarios que compraron los medios. Como afirmó uno de ellos al comprar El Espectador: “Los medios de comunicación son como un revólver, que cuando uno lo necesita, lo saca y dispara” ¿y que están disparando los medios en este momento?

Cinco: Las movilizaciones muestran  que cada indignado tiene un medio en la mano y que su capacidad para registrar los hechos de forma directa y divulgarlos  masivamente, en vivo,  establece una cadena de solidaridad  con los que son objeto de violencia y de rechazo con los que producen esa violencia.  Los titulares de los grandes medios pierden fuerza. La batalla de la comunicación sobre las movilizaciones la perdió el poder; se avecina la muerte de los medios como organización empresarial estructurada para divulgar información y construir opinión.

Seis: La falta de comprensión de lo que sucede, por parte del poder, enfoca tanto las críticas como la represión de forma equivocada. No podría alguien explicarle que mucho más que un estallido o una explosión cultural que ya cambió muchas cosas,  es una revolución cultural que no puede ser negociada. Que no necesita ser negociada con el Estado. Alguien le puede explicar al poder que está usando la violencia contra si mismo?

Siete: Los políticos intentaran, en las próximas elecciones, domesticar las movilizaciones. Buscaran, en sus discursos, promover la idea de renovación o construcción de la democracia. Reformas políticas que, en sus manos, solo servirán para reproducir, empeorando la situación.  El electoralismo se ira autodestruyendo, desmantelándose así mismo, pisando sus propias minas explosivas. Buscando pactos imposibles, llenos de mentiras para conducir a la ciudadanía al dilema falso de siempre: votamos por este o contra este.

Ocho: Las reformas tributarias con fin redistributivo son una farsa .Cada año, los políticos escondidos en sus curules como en la trinchera de la corrupción, reparten el presupuesto, se ríen de la ciudadanía. Saben que tienen un conducto legal y secreto por donde se escapan los recursos y retornan a quienes aprobaron la reforma.