EL REY HA MUERTO
El 16 de agosto de 2016 harán 39 años que Elvis Aaron Presley sumido en una sobredosis de pepas muriera agotado y convencido de que las cosas las tiene que terminar uno mismo. El, que había crecido soñando con ser grande, lo había logrado y eso da miedo. La sociedad norteamericana lo obligó a morir porque estaba remplazando al Tío Sam en todo el mundo: La imagen falsa de un viejo pendejo estaba siendo exitosamente reemplazada por un joven rebelde y provocador y esto era imperdonable.
A Elvis uno le puede perdonar todo. Que hiciera una de las peores películas de la historia del cine. Que tomara todas las pepas del mercado para dormir. Que se hubiera casado con la inaguantable Priscilla. Que se engordara hasta parecer una morsa vestida de lentejuelas. No nos importó tampoco que se comprara todos los cadillacs de USA o que quisiera vivir en una mansión loba situada en Memphis
Si algo nos sedujo de Presley fue que no dejó de ser un modelo perfecto de lo que son los yanquis. Por eso se constituyó en un ídolo nunca visto. Elvis fue el intérprete perfecto. Todo lo copió mejorándolo. Algunos piensan en Muddy Waters, Buddy Holly, Jerry Lee Lewis, Chuck Berry y todos aquellos grandes que bien valían muchos más que cualquier misa, y es innegable que ellos lo iniciaron todo. Pero Elvis nos los dio a conocer, porque vender el rock'n roll sin Elvis hubiera sido como si la Coca Cola nos la hubieran ofrecido en silencio.
Elvis Aaron era tan dulce como un helado gringo, tan revuelto como la mejor milkshake, tan pegajoso como el más delicado chicle, además tan alegre como Disney World o un musical con Ginger Rogers y Fred Asteire y rebelde como James Dean o Brando en sus mejores épocas.
Fácil de entender como todas las películas de vaqueros, leve como un Pop-Corn y siempre deseado como una hamburguesa. Por eso Elvis es inolvidable y también porque cantó como nadie. Pedirnos que vivamos sin él es como querer exigirnos habitar este planeta sin todas esas cosas que el imperio nos vendió y que, no jodamos, valen la pena.
Elvis fue todo lo que los hombres teníamos de mujer y todo lo que ellas tenían de macho. En él se dio aquello de que si la copia mejora el original ella, la copia, es el origen.
Uno no podría pensar de otra forma sobre alguien que inventó los gritos, que hizo ver claramente que la histeria no es vergonzosa, y que gritar en público ante un ídolo es la mejor oportunidad que tenemos de resolver los conflictos. Puedes poner todos los obstáculos del mundo para no volverte un admirador de Presley, pero ellos irán cayendo uno a uno, porque todos sabemos que no hay cosa más frágil que anteponer un argumento a los sentidos.
IT'S NOW OR NEVER
Las canciones de amor parece que las dedicó a todas las Priscillas que llevamos dentro. Nosotros que nunca entendimos porque dormía con Priscilla sin tocarla, y porqué la deseaba y no le hacía el amor. Para Presley era también tener la posibilidad de solo olerla, de sentir que alguien está cerca y saber que sólo con su calor es suficiente. En la vida de Presley uno encuentra el hombre que va y viene, que cae y se levanta. Que aguanta la vida y que descubrió que todo era algo así como un circo donde el mejor papel no es el del payaso sino el del dueño.
Su música era como su voz, con su pronunciación inventó un inglés que convenció al mundo, mitad negro, mitad blan¬co, mitad del sur, mitad del norte. Desde Hotel de Corazones Rotos, basta aquella versión de My Way fue una angustiosa demostración de que fue el mejor y convencido de que superar lo mejor era imposible se entregó de lleno a mostrarle al mundo de que por lo menos para él vivir no era posible.
Inventó también una forma de moverse que aún hoy muchos intentan imitar, cuando Elvis se movía era como un desafió, como retos a la moral conservadora de la sociedad norteamericana, a todas las madres que preocupadas miraban como sus hijas observaban no el rostro del cantante sino que su mirada fija se estrellaba siempre en su pelvis.
Paradójicamente fueron aquellas mismas madres quienes terminarían comprando sus discos en los 80 como aceptando por fin que sus hijas tenían la razón. Y sospecho que el fenómeno se repetirá cada 15 años, porque en bien cierto que lo clásico no lo hace la crítica ni la intelectualidad, lo hace la gente como Usted que sabe a ciencia cierta que sólo las cosas que logran seducirnos permanecerán. y sólo ellas lograrán ser mitos, ídolos o dioses; deseos o sueños. Elvis hace parte de la cultura occidental, y es tan representativo de ella como un rascacielos, o como el metro, la televisión o el cine, un avión. la propiedad privada o la tecnología.
Elvis con el tiempo fue creciendo hasta no caber en este planeta, como Jim Morrinson, Janis Joplin o Jimmy Hendrix y como ellos murió joven haciendo realidad aquella frase "Vive intensamente y de prisa, así cuando mueras tu cadáver tendrá un muy buen aspecto".
El 16 de agosto de 2016 harán 39 años que Elvis Aaron Presley sumido en una sobredosis de pepas muriera agotado y convencido de que las cosas las tiene que terminar uno mismo. El, que había crecido soñando con ser grande, lo había logrado y eso da miedo. La sociedad norteamericana lo obligó a morir porque estaba remplazando al Tío Sam en todo el mundo: La imagen falsa de un viejo pendejo estaba siendo exitosamente reemplazada por un joven rebelde y provocador y esto era imperdonable.
A Elvis uno le puede perdonar todo. Que hiciera una de las peores películas de la historia del cine. Que tomara todas las pepas del mercado para dormir. Que se hubiera casado con la inaguantable Priscilla. Que se engordara hasta parecer una morsa vestida de lentejuelas. No nos importó tampoco que se comprara todos los cadillacs de USA o que quisiera vivir en una mansión loba situada en Memphis
Si algo nos sedujo de Presley fue que no dejó de ser un modelo perfecto de lo que son los yanquis. Por eso se constituyó en un ídolo nunca visto. Elvis fue el intérprete perfecto. Todo lo copió mejorándolo. Algunos piensan en Muddy Waters, Buddy Holly, Jerry Lee Lewis, Chuck Berry y todos aquellos grandes que bien valían muchos más que cualquier misa, y es innegable que ellos lo iniciaron todo. Pero Elvis nos los dio a conocer, porque vender el rock'n roll sin Elvis hubiera sido como si la Coca Cola nos la hubieran ofrecido en silencio.
Elvis Aaron era tan dulce como un helado gringo, tan revuelto como la mejor milkshake, tan pegajoso como el más delicado chicle, además tan alegre como Disney World o un musical con Ginger Rogers y Fred Asteire y rebelde como James Dean o Brando en sus mejores épocas.
Fácil de entender como todas las películas de vaqueros, leve como un Pop-Corn y siempre deseado como una hamburguesa. Por eso Elvis es inolvidable y también porque cantó como nadie. Pedirnos que vivamos sin él es como querer exigirnos habitar este planeta sin todas esas cosas que el imperio nos vendió y que, no jodamos, valen la pena.
Elvis fue todo lo que los hombres teníamos de mujer y todo lo que ellas tenían de macho. En él se dio aquello de que si la copia mejora el original ella, la copia, es el origen.
Uno no podría pensar de otra forma sobre alguien que inventó los gritos, que hizo ver claramente que la histeria no es vergonzosa, y que gritar en público ante un ídolo es la mejor oportunidad que tenemos de resolver los conflictos. Puedes poner todos los obstáculos del mundo para no volverte un admirador de Presley, pero ellos irán cayendo uno a uno, porque todos sabemos que no hay cosa más frágil que anteponer un argumento a los sentidos.
IT'S NOW OR NEVER
Las canciones de amor parece que las dedicó a todas las Priscillas que llevamos dentro. Nosotros que nunca entendimos porque dormía con Priscilla sin tocarla, y porqué la deseaba y no le hacía el amor. Para Presley era también tener la posibilidad de solo olerla, de sentir que alguien está cerca y saber que sólo con su calor es suficiente. En la vida de Presley uno encuentra el hombre que va y viene, que cae y se levanta. Que aguanta la vida y que descubrió que todo era algo así como un circo donde el mejor papel no es el del payaso sino el del dueño.
Su música era como su voz, con su pronunciación inventó un inglés que convenció al mundo, mitad negro, mitad blan¬co, mitad del sur, mitad del norte. Desde Hotel de Corazones Rotos, basta aquella versión de My Way fue una angustiosa demostración de que fue el mejor y convencido de que superar lo mejor era imposible se entregó de lleno a mostrarle al mundo de que por lo menos para él vivir no era posible.
Inventó también una forma de moverse que aún hoy muchos intentan imitar, cuando Elvis se movía era como un desafió, como retos a la moral conservadora de la sociedad norteamericana, a todas las madres que preocupadas miraban como sus hijas observaban no el rostro del cantante sino que su mirada fija se estrellaba siempre en su pelvis.
Paradójicamente fueron aquellas mismas madres quienes terminarían comprando sus discos en los 80 como aceptando por fin que sus hijas tenían la razón. Y sospecho que el fenómeno se repetirá cada 15 años, porque en bien cierto que lo clásico no lo hace la crítica ni la intelectualidad, lo hace la gente como Usted que sabe a ciencia cierta que sólo las cosas que logran seducirnos permanecerán. y sólo ellas lograrán ser mitos, ídolos o dioses; deseos o sueños. Elvis hace parte de la cultura occidental, y es tan representativo de ella como un rascacielos, o como el metro, la televisión o el cine, un avión. la propiedad privada o la tecnología.
Elvis con el tiempo fue creciendo hasta no caber en este planeta, como Jim Morrinson, Janis Joplin o Jimmy Hendrix y como ellos murió joven haciendo realidad aquella frase "Vive intensamente y de prisa, así cuando mueras tu cadáver tendrá un muy buen aspecto".
El 16 de agosto de 2016 harán 39 años que Elvis Aaron Presley sumido en una sobredosis de pepas muriera agotado y convencido de que las cosas las tiene que terminar uno mismo. El, que había crecido soñando con ser grande, lo había logrado y eso da miedo. La sociedad norteamericana lo obligó a morir porque estaba remplazando al Tío Sam en todo el mundo: La imagen falsa de un viejo pendejo estaba siendo exitosamente reemplazada por un joven rebelde y provocador y esto era imperdonable.
ResponderBorrar