El péndulo de las emociones y la escritura como
terapia: una vivencia personal tras una cirugía a corazón abierto
Guillermo Solarte Lindo
Autor de Corazón
Loco: Yo soy yo y mis emociones
Presentación
Sobreviví a
una cirugía a corazón abierto. Pero lo que nadie me advirtió es que el
verdadero desafío no era físico, sino emocional. Mientras el cuerpo parecía
sanar, yo me desmoronaba por dentro. Fue entonces cuando descubrí algo que no
estaba en los exámenes médicos ni en los protocolos de recuperación: el
movimiento incesante de lo que hoy llamo el péndulo de las emociones.
Este
artículo recoge, desde una perspectiva académica pero profundamente personal,
la experiencia que relato en mi libro Corazón Loco: Yo soy yo y mis
emociones, un testimonio que nace del cuerpo y se escribe desde el alma. Un
relato que muestra cómo la escritura, más allá de ser un acto literario, puede
convertirse en una herramienta de sanación emocional y de reflexión existencial.
El péndulo de las emociones: breve síntesis del
concepto
“El corazón
dejó de fallar, pero yo seguía roto por dentro.” Esta fue una de las primeras certezas que me
asaltaron cuando intentaba volver a la vida “normal”. Sin embargo, lo que realmente
me desbordaba no era el dolor físico, sino la sensación de estar atrapado en un
vaivén emocional que me sacudía sin tregua.
Defino este
fenómeno como el péndulo de las emociones: una oscilación constante
entre el miedo y la esperanza, entre la euforia y el vacío, entre la certeza de
estar vivo y la sospecha de estar perdido. Un péndulo que no se detiene porque
es parte de la condición humana. “No era el corazón el que fallaba, era mi
capacidad de sostenerme en pie cuando la vida me sacudía.”
Comprender
este movimiento fue clave para dejar de pelear conmigo mismo. Aprendí que las
emociones no son una debilidad ni una enfermedad, sino el lenguaje con el que
la vida nos habla cuando todo parece desbordarse. El péndulo no desaparece,
pero podemos aprender a danzar con él.
La escritura como terapia: método de introspección y
retrospección
Escribir se
convirtió en mi tabla de salvación. No escribí para otros. No escribí para
publicar. Escribí porque “escribir era la única forma de no rendirme.”
El método
que fui descubriendo —sin saber al principio que lo estaba haciendo— combinó
dos movimientos fundamentales:
- Introspección: detenerme a escuchar lo que
sentía en cada instante, sin filtros, sin juicios. Nombrar el miedo, la
rabia, la tristeza, la frustración. Dejar que las palabras me mostraran lo
que yo mismo no sabía cómo explicar.
- Retrospección: volver sobre mis pasos,
recorrer desde la memoria cada momento vivido desde el diagnóstico hasta
la recuperación, reconstruir las escenas emocionales que habían quedado
flotando en mi interior como fragmentos sueltos.
En ese doble
movimiento, la escritura se transformó en un espacio terapéutico donde el dolor
encontraba forma y el caos se convertía en relato. “Escribí para no perderme
a mí mismo.” Porque a veces, escribir es la única forma de volver a
respirar.
Corazón Loco no es un libro de autoayuda. Es un
testimonio de vida que invita a pensar la escritura autobiográfica como una
herramienta legítima para explorar y resignificar nuestras emociones más
profundas. Propongo, desde mi experiencia, que quienes trabajamos en las
ciencias sociales, la medicina o las humanidades, abramos espacio a esta
dimensión subjetiva que la academia suele dejar de lado.
Porque "yo
soy yo y mis emociones", y si algo aprendí en este viaje, es que vivir
con el corazón abierto es aceptar que sentir duele, pero es lo único que nos
mantiene vivos. Escribí para no rendirme. Escribí para no perderme a mí mismo.
Porque a veces, escribir es la única forma de volver a respirar.
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