Buche y pluma na má
Los intelectuales colombianos se visten mal y piensan bien. Los de
izquierda. Los otros visten bien y piensan mal. Los primeros van de luto, casi
siempre de negro, todos tienen un abrigo negro, largo y algunos usan sombrero o
cachucha y otros caminan con las manos detrás como signo de solemnidad. Las mueven
lentamente o se las frotan cuando hablan. El luto parece una consecuencia de la
muerte de Dios cantada hace rato, de la muerte de la historia un poco mas
reciente y claro de la muerte de las ideologías. Algunos llevan otros colores serios pero
casi nunca se encuentra un intelectual vestido de rosado o verde biche. Lo más
colorido que suelen llevar es la mochila indígena como símbolo de su diversidad
cultural.
Los segundos, los de derecha, parecen banqueros y aunque algunos se han quitado la corbata,
todavía acuden a ella cuando son llamados desde el poder o cuando les van a dar algún premio.
En este aspecto los de izquierda son
consecuentes, aun si los llaman del poder o de algún medio, igual se visten
mal. A unos parece que les hubiesen quitado todo, a los de izquierda, y a los otros
que no se lo quisiesen entregar. Antes se pensaba que los intelectuales eran todos
de izquierda pero con el tiempo, el dominio del mercado y el reino de la
democracia liberal, fueron poco a poco llegando
al centro, con paso lento y argumentado,
buscando ser oídos. El centro esta lleno de intelectuales. Mas el centro
político que el de la ciudad, aunque en este ultimo también se sienten como en
su casa.
En general el escenario intelectual colombiano está vacío de pensamiento y
lleno de ambiciones de rating, mas los hombres que las mujeres, pero a algunas de estas, las mata la pantalla :a todos les encanta ser el más leído, el más comentado, el más
reconocido, el más votado. Somos un país
en donde el papel de la inteligencia se ha reducido a los medios. Los
periodistas vueltos columnistas opinan desde la trinchera o del diván según sea
su origen. Casi siempre opinan sobre lo que el régimen desea, en contra o a
favor, de la noticia o el acontecimiento que los medios hacen circular. Todos
quieren hacer un libro sobre sus columnas. La columna les enseño a escribir y a
dejar la tarea de crear para después. Claro no todos. Otros andan tras las
huellas de la literatura, en donde esconden el fracaso de su pensamiento Otros
firman cartas para solidarizarse con unos o con otros. Crean revistas que
llaman culturales, muy pocas. Algunas veces critican las marchas y otras veces
marchan.
Ya no hay marxistas ni libertarios, aunque los de derecha y la nueva izquierda, creen que el mal persiste y eso, de alguna manera, se les vuelve el fantasma que los asusta.¿ Cual mal? para los de izquierda el mal es la derecha y para los de derecha el mal es la izquierda. Son muchos de ellos frenéticos amigo de su verdad. Los intelectuales de ambos costados desean ser la conciencia de los políticos de su lado, y en no pocas ocasiones son los defensores radicales de la torpeza de ellos.Habitan felices el universo infinito de mr money.
Son hijos de lo que se denominó el fin de las ideologías. Los intelectuales, como decía una canción de los años 60 nacen ancianos y se van envejeciendo, como los americanos y también como decía otro gringo, son aquellas personas que usan mas palabras de las necesarias para decir mas de lo que saben Ambos, los de derecha e izquierda son insoportablemente explicativos. También los del centro.Son mas amigos de la razón instrumental que de la imaginación. Confunden con facilidad el énfasis con el rigor.
Ya no hay marxistas ni libertarios, aunque los de derecha y la nueva izquierda, creen que el mal persiste y eso, de alguna manera, se les vuelve el fantasma que los asusta.¿ Cual mal? para los de izquierda el mal es la derecha y para los de derecha el mal es la izquierda. Son muchos de ellos frenéticos amigo de su verdad. Los intelectuales de ambos costados desean ser la conciencia de los políticos de su lado, y en no pocas ocasiones son los defensores radicales de la torpeza de ellos.Habitan felices el universo infinito de mr money.
Son hijos de lo que se denominó el fin de las ideologías. Los intelectuales, como decía una canción de los años 60 nacen ancianos y se van envejeciendo, como los americanos y también como decía otro gringo, son aquellas personas que usan mas palabras de las necesarias para decir mas de lo que saben Ambos, los de derecha e izquierda son insoportablemente explicativos. También los del centro.Son mas amigos de la razón instrumental que de la imaginación. Confunden con facilidad el énfasis con el rigor.
Los grandes intelectuales han ido desapareciendo y los pocos que quedaban
mueren en las fauces del periodismo y el divismo. La notoriedad por encima de
la crítica rigurosa. La beligerancia por encima de la razón y el éxito por
encima de la inteligencia. La columna por encima de la teoría. Son pragmáticos
columnistas que perdidos en la capacidad que tiene el régimen para controlar
sin censurar vociferan a favor o en contra buscando frenéticamente lectores.
Son pocos, muy pocos aquellos que en medio del afán por escribir la columna
semanal desarrollan ideas, teorías o argumentos que les den un espacio entre
los grandes ensayistas o teóricos
latinoamericanos o mundiales. Pero tienen un inmenso arsenal de
argumentos para defenderse de la crítica de provincianismo que algunos les
hacen En teoría o pensamiento son minimalistas y en comunicación son
publicistas: todo corto y preciso. Todos buscan ser conferencistas
internacionales, embajadores o agregados culturales, lo que les da no sólo
legitimad sino poder. En una época se encontraban de casualidad en el barrio
latino de Paris o en Greenwich Village de Nueva York. Ahora una buena cantidad
espera ser invitado en la decadente casa de las Américas de Madrid. Así es.
Muchos intelectuales vueltos columnistas y algunos periodistas asombran con
la persistencia casi monótona de que ellos publican la verdad y que su verdad
esta sustentada en los hechos. Bueno, algo en contravía de la ciencia presente
que acepto la fragilidad de la verdad, pero para los periodistas columnistas,
intelectuales del oficio, la idea vende a montones: existe la verdad. Casi
todos son profesores y conferencistas que proponen la verdad.
Caballero, Coronel, Plinio o Londoño son columnistas, no siempre
periodistas, que, en su afán por protagonizar, se envuelven en una retorica de
la protesta y la denuncia. ¿Serán intelectuales? Si serlo significa usar la
inteligencia para analizar y explicar o al menos mostrar o criticar desde su
propio punto de vista una realidad, situación o noticia, lo son. ¿Pero acaso
eso los diferencia del resto de ciudadanos? Pues No. Pensar, no es un
privilegio de unos pocos, aunque esos
pocos así lo crean por el hecho de ser leídos. Estos radicales de la palabra no
son tan aburridos como los otros. Plinio y Londoño tiene un cordón umbilical
con el poder que los hace periodísticamente cuestionables y replicantes, Coronel y Caballero tiene un cordón umbilical
con el sin poder que los hace sospechosos militantes de la rutina y la queja.
Zuleta y Bejarano como tantos otros
y otras son en general columnistas que
se mecen al vaivén de la noticia y se arrullan en su crítica o consentimiento
de los desmanes o aciertos del poder. Abogados del oficio. Van y vienen en
argumentaciones fáciles a favor o en contra de aquellos que hacen parte de su
círculo. Son decididamente el centro del centro. La realidad del régimen los ha
convertido, ¡vaya paradoja!, en adalides de la libertad de prensa o de la
libertad de opinión de los columnistas. Que no es lo mismo.
La cosa femenina está en manos del mismo tipo de profesionales de la
palabra política y del establecimiento, la
Rueda, Gurisatti, doña Salud, doña Vicky son periodistas que también se arrullan así mismas
y con los distintos poderes y se consolidan como la opinión femenina del poder,
sobre todo de la derecha y del establecimiento o del estatus quo. Son radicales
en su tono y pareciera, en muchas ocasiones, que su género las hubiera dotado
de una moral incuestionable, cosa que no es cierta. La bandera de una moral
ejemplar no puede estar ondeando en manos de la ultra derecha, aun siendo esta
femenina.
Los Samper, el padre y el hijo son críticos duros del giro delincuencial
que han dado muchos desde el poder y encuentran, en esa realidad, el espacio
necesario para no cuestionar ni el mercado ni la democracia liberal. Son además
parte de la elite y unos guardianes
celosos de su propia libertad de expresión y de empresa. Pasa igual con los
Santos, tanto los viejos como los jóvenes, siempre cerca del poder, siempre
atentos a dar un brinquito que los trepe en lo que consideran su propio feudo:
el gobierno. Son casas presidenciales que pretenden sostenibilidad del establecimiento.
Hacen parte de la farándula intelectual. Todos y todas hacen parte de una farándula que
se reúne y se regocija con su pequeño éxito. Se retwitean los twits, se leen y se
releen, se respetan en los programas de opinión. Se dirigen a los del poder
corrupto sabiendo que son corruptos o criminales como doctor, señor presidente,
honorable senador. Hacen el ejercicio torpe de dar legitimidad, a través del
lenguaje, a quienes se han lucrado con la guerra, la corrupción y el
neoliberalismo.
Es difícil, muy difícil encontrar en
alguna librería un buen libro de alguno de los mencionados, un aporte al mundo
de los intelectuales del planeta, sin embargo ellos van bastante a las
librerías y compran libros que leen ávidamente. No todos.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario